UNA NUEVA LÓGICA ECONÓMICA: QUÉ SIGNIFICA PARA LAS PYMES
- Manuel Camerini

- 16 sept
- 4 Min. de lectura
Hablar de economía en Argentina es hablar de ciclos extremos. Desde crisis históricas como la hiperinflación de fines de los ochenta, pasando por el Rodrigazo o la convertibilidad, hasta lo que vivimos recientemente, con precios que parecían no tener techo.
Ese escenario empezó a cambiar en 2025, cuando la inflación mostró la mayor desaceleración en cinco años.
Según el gobierno, este cambio se logró con la liberalización del tipo de cambio, un fuerte ajuste fiscal, y el respaldo del acuerdo con el FMI (Fuente: Ministerio de Economía, 2025).
El camino no fue lineal. Tras algunos meses de calma, la inflación volvió a repuntar levemente en el mes de julio, aunque siguió en los niveles más bajos de los últimos años. Paralelamente, la economía mostró señales de recuperación: se proyecta un crecimiento del PBI cercano al 5 % en 2025 y algo más moderado en 2026 (Reuters). En cuanto a los precios, las estimaciones son coincidentes: el REM del Banco Central prevé una inflación anual cercana al 28% este año y del 15% en 2026, mientras que JP Morgan estima que a fines del 2026 la inflación mensual podría perforar el 1%.
¿Qué significa todo esto para las PyMEs?
En primer lugar, que cada movimiento del dólar, de las tasas o de los precios sigue afectando directamente al día a día de sus negocios. Pero también que podría estar gestándose una transición hacia un modelo distinto: uno con mayor estabilidad y donde los precios reflejen más lógica que especulación.
Hoy todavía abundan distorsiones. Muchas veces los márgenes de un comercio que revende productos, pueden ser más altos que los de una empresa que produce, transforma o repara. Ahora bien, ambos generan valor: un carpintero que fabrica una mesa aporta valor al transformar madera en un mueble útil, y una tienda que la vende también lo hace al acercarla al cliente, ofrecer opciones, dar financiación o entregarla en el momento justo.
En economía y en gestión de negocios, tanto la producción como la comercialización generan valor, pero en formas diferentes:
Producción: transforma insumos en un bien o servicio nuevo, distinto y más útil que la suma de sus partes. Eso implica un valor agregado intrínseco (porque cambia la naturaleza del producto).
Comercialización: acerca ese bien al consumidor en el momento, lugar y forma en que lo necesita. Eso implica un valor agregado relacional o de acceso (porque conecta oferta y demanda, y reduce costos de búsqueda, tiempo, logística, etc.).
La diferencia está en el tipo de valor agregado: la producción suele implicar un aporte mayor en términos de transformación, siempre que exista un mercado dispuesto a pagar por ello.
En cambio, la comercialización agrega valor desde el acceso, la disponibilidad y el servicio al cliente, que también pueden ser decisivos.
En el mercado inmobiliario pasa algo similar: muchos locales rinden más que departamentos, aunque los riesgos sean muy distintos. Son incoherencias que nacen de la costumbre y de un consumidor acostumbrado a la volatilidad, donde distinguir el valor real se vuelve casi imposible. Más allá de la oferta y demanda —que juegan un papel fundamental a la hora de fijar precios— siempre podemos encontrar situaciones que, vistas de cerca, parecen escapar a toda lógica.
En este escenario, el precio ya no puede sostenerse en la inercia o la especulación: cada empresa tiene que justificarlo con el valor agregado real que entrega. Y eso implica no solo ofrecer un buen producto o servicio, sino también comunicarlo con claridad, para que el cliente lo entienda y lo reconozca.
Otro punto clave son los intermediarios. Muchas veces incrementan precios sin aportar demasiado valor, pero hoy la tecnología abre puentes que permiten llegar de manera más directa al consumidor, reduciendo costos y fortaleciendo la relación empresa–cliente.
Finalmente, algo que siempre repetimos en la consultora: pensar estratégicamente el negocio. Miren donde miren, una empresa no puede depender de una sola variable. Ni de un único proveedor, ni de un solo cliente, ni de un empleado clave, ni de una herramienta tecnológica exclusiva.
La fortaleza está en diversificar: contar con alternativas otorga mayor poder de negociación y permite gestionar el negocio con autonomía, sin quedar en jaque ante cualquier cambio externo.
Un escenario más estable cambia las reglas. La lógica se impone y el valor agregado empieza a cobrar protagonismo. Para las PyMEs, la clave no será solo vender, sino ofrecer algo que el mercado reconozca como genuinamente valioso. Eso exige profesionalizar la gestión, ordenar procesos, ser eficientes, comunicar con transparencia y, sobre todo, apoyarse en datos para decidir.
En este nuevo contexto, destacarse dependerá de:
Mostrar transparencia en costos y márgenes.
Optimizar procesos internos para ganar eficiencia.
Apostar por la innovación en productos y servicios.
Observar con atención al mercado y a la competencia.
Convertir la información en decisiones estratégicas.
Lo que se viene no es un mercado más fácil, sino más transparente. El “sobrevivir” ya no dependerá de remar en medio de la tormenta, sino de entender las reglas y adaptarse con rapidez. Quien logre leer esta nueva lógica y aportar valor real tendrá más chances de crecer.
La estabilidad, aunque hoy parezca apenas una volatilidad domada, no debe verse como un techo, sino como un piso. Un punto de partida para que las PyMEs construyan negocios más sólidos, competitivos y con proyección de largo plazo. El mercado está empezando a premiar la coherencia, y el desafío es claro: responder con valor genuino, agilidad y visión estratégica.
En MC Consultora Empresarial ayudamos a las PyMEs a transitar este camino. Ordenamos sus números, trabajamos en la estrategia, potenciamos sus equipos y diseñamos procesos que permiten tomar decisiones con información real. Nuestro rol es ser un socio en la construcción de negocios que no solo sobrevivan a la coyuntura, sino que crezcan en un mercado donde la lógica, la eficiencia y el valor agregado empiezan a pesar más que la especulación.
-Manu Camerini
MC CONSULTORA EMPRESARIAL








